No cabe duda que la juventud es una etapa transitoria. Todos vamos poniéndonos más 'viejos' cada día. Pero esta realidad no parece ser tan evidente durante los años de la 'pubertad'. Durante la adolescencia las cosas aparenta ser eternas e inagotables. Bien lo dicen los abuelos: "¡La inocencia es atrevida!"
La realidad es que a nuestros adolescentes le ha tocado vivir en una época llena de contradicciones. Hoy las distancias geográficas se han acortado a través de los medios de comunicación social. Sin embargo, la distancia en la comunicación de los padres y los hijos ha aumentado considerablemente. La sociedad insta a nuestros jóvenes a ser independientes en sus pensamientos y acciones. No obstante, los patrones de comportamiento de millares de nuestros adolescentes "dependen" del "glamour" y la “apariencia” de los artistas y deportistas que acaparan la atención de los medios. Aún teniendo las energías y el tiempo para explorar el medio ambiente y la naturaleza, decenas de miles de jóvenes prefieren pasar horas “muertas” jugando videojuegos. Ante estas contradicciones de nuestra época Eclesiastés 11:9 imparte una advertencia muy apropiada para la juventud.
Dicha advertencia no pretende fraguar la felicidad de aquellos que apenas comienzan a vivir. Todo lo contrario, el consejo ofrecido tiene dos propósitos fundamentales para aquellos que estan próximos a la adultez.
I. El primer propósito es orientar al joven acerca de la soberanía de Dios.
Cuando trabajé de capellán en las cárceles juveniles de Massachusetts me topé con muchos adolescentes que pensaban que el Cristianismo es algo que uno pospone hasta llegar a la vejez. “La juventud es para gozar y disfrutar. Cuando sea viejo me convierto”—me decían algunos. Sin embargo, Eclesiastés nos ayuda a reconocer que Dios no es un talismán o un amuleto que podemos esconder en un cofre para luego usarlo. Ninguna etapa de nuestra vida está fuera de la jurisdicción de Dios. Por lo tanto, todo lo que hacemos, ya sea en la vejez o en la juventud, será traído a juicio.
II. El segundo propósito es infundir un sentido de cautela y discernimiento ante el llamado evidente a disfrutar la juventud.
Contrario a lo que muchos piensan, este versículo no es uno de prohibición. Eclesiastés 11:9 no dice: “no te alegres, no hagas nada, quédate en tu casa y abúrrete”. Por el contrario, el versículo dice: “Alégrate, joven..., y tome placer tu corazón en los días de tu juventud.” Este es un llamado genuino a disfrutar una etapa de la vida muy bonita, pero que dura poco tiempo. Por otro lado, el llamado al disfrute toma un giro muy peculiar en la última oración del versículo: “Pero debes saber que por todas estas cosas, Dios te traerá a juicio."
El hecho de saber que todas nuestras acciones son examinadas por Dios debe producir en nosotros un sentido de “cautela” a la hora de actuar. Este principio bíblico contradice el “hedonismo” que impera en nuestra cultura. El mensaje de nuestra sociedad a los jóvenes es que “si algo les hace sentir bien, o si algo les produce placer, entonces háganlo”. Eclesiastés 11:9 nos ayuda inferir que no todo lo que produce placer ni todos los impulsos del corazón están conformes al orden establecido por Dios para la humanidad. Es por esta razón que las acciones serán pesadas en la balanza de la justicia divina.
Por lo tanto, Eclesiastés posiciona el “discernimiento” (la capacidad de diferenciar lo que conviene de lo que no) como la clave para vivir una vida conforme a Dios. Entonces la pregunta es, ¿cómo puede el joven guardar puro su camino ante tantos ofrecimientos en nuestra sociedad? ¿Cómo puede vivir el joven conforme al propósito de Dios y así evitar caer en las contradicciones de este mundo? La respuesta no es otra que “guardando la palabra de Dios”, (Salmo 119:9).
Sépase pues, que en Cristo se materializa y se cumple toda la palabra de Dios, (Mateo 5:17). Por lo tanto, lo correcto o lo incorrecto de los placeres e impulsos de la juventud se determina a la luz del ejemplo y las acciones de Jesús. Lo más alentador de todo este proceso es que en Cristo se manifiesta tanto el juicio como la redención de Dios para la humanidad. En Jesús salen a relucir las faltas en nuestro carácter. Pero es también en Jesús donde solo podemos encontrar el perdón y la transformación que tanto necesitamos.
Por lo tanto, “alégrate joven en tu juventud”.... pero ten en cuenta que solo Jesús ofrece la dirección tan necesaria para estos tiempos de incertidumbre. Y si es cierto que él confronta todas nuestras acciones, es mucho más cierto que él perdona y transforma todas nuestras imperfecciones.
¡Adelante en el Señor Jesús!
Autor: Samuel Caraballo
Fuente: bendicion.info/
La realidad es que a nuestros adolescentes le ha tocado vivir en una época llena de contradicciones. Hoy las distancias geográficas se han acortado a través de los medios de comunicación social. Sin embargo, la distancia en la comunicación de los padres y los hijos ha aumentado considerablemente. La sociedad insta a nuestros jóvenes a ser independientes en sus pensamientos y acciones. No obstante, los patrones de comportamiento de millares de nuestros adolescentes "dependen" del "glamour" y la “apariencia” de los artistas y deportistas que acaparan la atención de los medios. Aún teniendo las energías y el tiempo para explorar el medio ambiente y la naturaleza, decenas de miles de jóvenes prefieren pasar horas “muertas” jugando videojuegos. Ante estas contradicciones de nuestra época Eclesiastés 11:9 imparte una advertencia muy apropiada para la juventud.
Dicha advertencia no pretende fraguar la felicidad de aquellos que apenas comienzan a vivir. Todo lo contrario, el consejo ofrecido tiene dos propósitos fundamentales para aquellos que estan próximos a la adultez.
I. El primer propósito es orientar al joven acerca de la soberanía de Dios.
Cuando trabajé de capellán en las cárceles juveniles de Massachusetts me topé con muchos adolescentes que pensaban que el Cristianismo es algo que uno pospone hasta llegar a la vejez. “La juventud es para gozar y disfrutar. Cuando sea viejo me convierto”—me decían algunos. Sin embargo, Eclesiastés nos ayuda a reconocer que Dios no es un talismán o un amuleto que podemos esconder en un cofre para luego usarlo. Ninguna etapa de nuestra vida está fuera de la jurisdicción de Dios. Por lo tanto, todo lo que hacemos, ya sea en la vejez o en la juventud, será traído a juicio.
II. El segundo propósito es infundir un sentido de cautela y discernimiento ante el llamado evidente a disfrutar la juventud.
Contrario a lo que muchos piensan, este versículo no es uno de prohibición. Eclesiastés 11:9 no dice: “no te alegres, no hagas nada, quédate en tu casa y abúrrete”. Por el contrario, el versículo dice: “Alégrate, joven..., y tome placer tu corazón en los días de tu juventud.” Este es un llamado genuino a disfrutar una etapa de la vida muy bonita, pero que dura poco tiempo. Por otro lado, el llamado al disfrute toma un giro muy peculiar en la última oración del versículo: “Pero debes saber que por todas estas cosas, Dios te traerá a juicio."
El hecho de saber que todas nuestras acciones son examinadas por Dios debe producir en nosotros un sentido de “cautela” a la hora de actuar. Este principio bíblico contradice el “hedonismo” que impera en nuestra cultura. El mensaje de nuestra sociedad a los jóvenes es que “si algo les hace sentir bien, o si algo les produce placer, entonces háganlo”. Eclesiastés 11:9 nos ayuda inferir que no todo lo que produce placer ni todos los impulsos del corazón están conformes al orden establecido por Dios para la humanidad. Es por esta razón que las acciones serán pesadas en la balanza de la justicia divina.
Por lo tanto, Eclesiastés posiciona el “discernimiento” (la capacidad de diferenciar lo que conviene de lo que no) como la clave para vivir una vida conforme a Dios. Entonces la pregunta es, ¿cómo puede el joven guardar puro su camino ante tantos ofrecimientos en nuestra sociedad? ¿Cómo puede vivir el joven conforme al propósito de Dios y así evitar caer en las contradicciones de este mundo? La respuesta no es otra que “guardando la palabra de Dios”, (Salmo 119:9).
Sépase pues, que en Cristo se materializa y se cumple toda la palabra de Dios, (Mateo 5:17). Por lo tanto, lo correcto o lo incorrecto de los placeres e impulsos de la juventud se determina a la luz del ejemplo y las acciones de Jesús. Lo más alentador de todo este proceso es que en Cristo se manifiesta tanto el juicio como la redención de Dios para la humanidad. En Jesús salen a relucir las faltas en nuestro carácter. Pero es también en Jesús donde solo podemos encontrar el perdón y la transformación que tanto necesitamos.
Por lo tanto, “alégrate joven en tu juventud”.... pero ten en cuenta que solo Jesús ofrece la dirección tan necesaria para estos tiempos de incertidumbre. Y si es cierto que él confronta todas nuestras acciones, es mucho más cierto que él perdona y transforma todas nuestras imperfecciones.
¡Adelante en el Señor Jesús!
Autor: Samuel Caraballo
Fuente: bendicion.info/
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